sábado, 14 de febrero de 2009

14 de Febrero

Días como este son únicos. No sólo por el hecho de que no hay otro 14 de febrero en el año sino porque en este día está rodeado de buenos deseos, amor, de regalos, de valentía, locuras, de pasión y muchos otros sentimientos que llenan el ser de la mayoría de personas en el mundo. También están los sentimientos de soledad, de tristeza, de nostalgia y de muerte.
Durante mi corta vida he visto de todo. En este día las personas se casan, se declaran y juran amor eterno. En esté día las habitaciones de los hoteles resuenan con suspiros y gemidos de parejas que para sellar su eterno amor no encontraron mejor método que el mantener relaciones sexuales. En este día las personas olvidan el fondo de las cosas y se enfocan en la forma. No les interesa las razones, les interesa las respuestas.
En mi recorrido por la vida, mientras caminaba buscando las huellas de mis ancestros, he participado en innumerables cenas que fueron organizadas para conmemorar el Día de San Valentín o el Día del Amor y de la amistad. Sin embargo es en días festivos como este que he visto cometer a las personas las más grandes atrocidades. En las cenas en las que participe se hicieron juegos y concursos, se comió de todo, reímos hasta el punto de llorar y con una bebida en la mano brindamos por el Amor y por la Amistad.
Recuerdo una cena en la que se hizo un desfile de modas, pero no se parecía a nada que se haya visto antes sobre las pasarelas; los muchachos de la iglesia se vistieron de la manera más huachafa y caminaron de manera muy jocosa. Deseo confesar que me divertí mucho y reí con ellos hasta el punto que me desbaraté sobre el suelo y seguí riendo. Ustedes ya me conocen. Hubieron otras cenas que fueron muy formales, llenas de romanticismo y música suave, sí, fueron momentos en que todo ser parecía volar sobre las alas del amor, parecía que todos los elementos se desvanecieran e hicieran el música.
Hubo todo tipo de cosas vividas en festividades como estas.
Pero debo decir que no fueron correctas esas actitudes. Porque ahora, en los días en que vivimos ya nadie reacuerda a San Valentín y lo que él hizo, ya nadie recuerda el significado de la palabra Amor. Han mezclado conceptos superfluos con principios eternos. A las personas que celebran este día si se les preguntara: ¿qué es amor? La mayoría, por no decir todos, dirían que es un sentimiento maravilloso que te llena, es sentir a las mariposas que revolotean en el estomago, el mayor sentimiento que te hace hacer cosas extraordinarias, cosas por el estilo. Y si preguntáramos: ¿quién es San Valentín? Creo que nadie respondería a esta pregunta de la manera correcta.
Lo cierto es que en nuestros días a las personas que nos rodean ya no les interesa las cosas superiores o que tengan real sentido, sólo les interesa pasarla bien, pescar a alguna pollita y disfrutar un buen día y si ese día acaba en el hotel, fue un gol de media cancha.
El amor, esa palabra que día a día pierde su valor, palabra trillada, no es un sentimiento. Los sentimientos son fluctuantes, son un constante vaivén, son con las olas del mar que van y vienen pero nunca se detienen, los sentimientos no son constantes, los sentimientos no son duraderos, los sentimientos cambian con cada situación de la vida. El amor no es así. Según la definición paulina del amor: el amor es benigno, es duradero, todo lo puede, todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.
Hay una gran diferencia entre el amor que la gente común entiende y el amor que la Biblia describe. El amor que la Biblia describe es tan profundo que es capaz de hacer el mayor de los sacrificios: dar nuestras vidas por nuestros amigos. Ese tipo de amor no se logra con sentimientos superfluos, sino con el amor que Dios nos ha otorgado en forma de principios eternos.
El amor tiene el poder de transformar a las personas y hacerlas mejores. El amor tiene sus momentos de locura pero actúa sobre la sólida base de la razón. El amor tiene todos sus sentidos puestos sobre el camino recto y claro de los principios divinos.
Eso es el amor, un principio eterno que jamás cambiará. Así permanecerá para siempre. El cielo y la tierra pasarán pero el amor jamás pasará porque el amor es la misma esencia de Dios porque Dios es amor.
Ese amor trascendental que cambia a las personas y que tiene el poder de cambiar el mundo trabajó en el corazón de un medico norteamericano llamado Valentín. Este medicó trabajó a favor de las personas necesitadas transmitiendo ese mismo amor que transformó su vida, pero este noble ser no lo hacía una vez al año, lo hacía todos los días de su vida y dio su vida a favor de los que no tenían acceso a la salud.
El amor de Dios cambió la vida de Valentín al punto de escribir un hermoso poema que luego se transformó en uno de nuestros himnos que E. L. Maxwell arregló. Pero su mensaje certero muestra el gran amor que este hombre sentía por su salvador. Él describe que es un placer indecible, profundo, eternal al contemplar a Cristo su amado salvador:

“I love Thee, I love Thee,
I love Thee, my Lord;
I love Thee, my Savior.
I love Thee, my God.
I love Thee, I love Thee, and that Thou dost know;
But how much I love Thee my actions will show.”
(Himnario Adventista # 144)

El verdadero amor hizo de este hombre una persona que trascendió en el tiempo y que hasta ahora se lo recuerda aunque es una verdadera lástima que no se recuerde lo que él hizo sino sólo el día como la perfecta excusa de amar.
El verdadero amor es el amor que proviene de una relación sana con un estrecha relación con el Creador del universo, con el ser que es amor y que tiene amor a montones para compartir con cada uno de nosotros.
El verdadero amor no debe ser encerrado sólo a días como este, el verdadero amor debe desbordarse en nosotros todos los días de nuestras vida, en todas las etapas de nuestro ser, en cada uno de los rincones de nuestra casa debe haber racimos llenos de amor.
Como seguidores de un ser que está lleno de amor, es decir Cristo, debemos hacer la diferencia, debemos dar a conocer el amor que ellos no conocen. El amor de Cristo nos obliga a dar amor a todos los seres que se mueven sobre la faz de la tierra. ¡Amémonos unos a otros! Y cada vez que podamos decirles a las personas que amamos que las amamos hagámoslo porque ciertamente llegará un día en que podremos hacerlo y será demasiado tarde para arrepentirse.
Dios es amor y su ley es amor y su carácter es amor y nos redime porque nos ama.

Con amor fraterno:
Paulos, el mismo de siempre.
Paulos Juios tou Theou

1 comentario:

  1. Me gustaria saber la fuente que usaste para relacionar el dia 14 de febrero con un Dr. americano Valentin. Otras fuentes indican sus origenes incluso antes del siglo 15. Por eso me gustaria comparar las fuentes. Saludos
    Israel

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