martes, 20 de enero de 2009

Sin ustedes no hay futuro


Sin ustedes no hay futuro

Recuerdo muy bien los muchos traslados por los cuales he tenido que pasar. Desde que tengo uso de razón he visto a mi familia empacar y desempacar nuestros bienes con una maestría que sólo las familias pastorales llegan a tener. Los cambios repentinos eran un desafío, aunque era poco común.
Han sido tantas las mudanzas que me es difícil enumerarlas, pero una de ellas ha marcado mi vida de manera singular.
Era diciembre del ´94 y la calurosa ciudad de Satipo, selva central del Perú, se despertaba una vez más, no lo hizo con nostalgia sino con la misma alegría de siempre, sus calles se llenaron de niños que corrían de un lado a otro, de personas que con pasos apresurados se encaminan a sus centros laborales, de mototaxis ruidosas, de aves que con su canto le dan ese sonido salvaje, mágico característico de una ciudad selvática.
Cuando me desperté ese día, me di cuenta que mis tres hermanos y mis padres trabajan arduamente para poner nuestros bienes de manera ordenada en el camión de mudanza. Unas horas más tarde todo estaba listo. Nosotros viajaríamos después. Luego de haber enviado todas nuestras cosas hacia el nuevo distrito en el que mi padre trabajaría, pasamos algunos días en la casa de la familia Manrique, creo que nunca podremos pagar los muchos favores que ellos nos hicieron durante nuestra estadía en ese lugar.
Y deseo tomar una cuantas líneas para ellos. Una familia amiga que siempre nos extendió la mano para ayudarnos, a la que podíamos acudir sin temor, con mucha confianza por ser sinceros y correctos en su proceder. Jamás olvidaré a la hermana Guadalupe. Una mujer extraordinaria, de ella aprendí todos los refranes que conozco . Hasta hoy día puedo recordarla enseñando en los salones de nuestro colegio “Nor Oriente” (los demás colegios decían: nor oriente, poto caliente, pero felizmente el nombre fue cambiado por el de: “El Buen Pastor”). La hermana Guadalupe en más de una ocasión me salvó de las manos de un muchacho llamado Abel, que era su sobrino; un muchacho un poco crecido y demasiado alimentado para estar cursando la primaria. Al hermano Mauro, el esposo de la hermana Guadalupe, miembro ejemplar de la policía nacional del Perú, institución a la cual sirvió en momentos muy difíciles de nuestra historia. Estoy convencido de que fue su conducta intachable la que inspiró a su hijo Gerardo a seguir los pasos de su padre, que aunque hemos perdido contacto siempre estará en mi memoria como el “coyoton”, apodo que se ganó por ser el más alto de toda la unidad de los Coyotes en el club de conquistadores New Star. Pero esa es otra historia. Y cómo podré olvidar a Mariela, el último componente de esta loable familia. De ella tengo tres memorias: la primera de mi escuela primaria en la que estudiamos juntos, ella era una alumna brillante y yo no he cambiado mucho en esa área, creo que nunca lo hice. Luego me la volví a encontrar en la secundaria en la que pasamos buenos momentos, y por último en la universidad. Pero cada vez fuimos más distantes hasta que se perdió el contacto.
Bueno creo que he dedicado no pocas sino muchas acerca de la familia Manrique Díaz y deseo continuar con el tema.
Días después nos vimos en la puerta de la Empresa Trasmar, la cual nos llevaría a la ciudad tres veces heroica de Concepción. Subimos al buss y luego de unos minutos el viaje comenzó. Mientras el buss salía de Satipo mi corazón de niño se partió, sólo tenía 4 años y el dolor de perder a mis amigos fue imborrable, y jamás se sanó de esa herida, creo que hasta hoy siento esa nostalgia en mi ser. Recuerdo que estaba sentado con en las piernas de mi madre y saqué la cabeza por la ventana y lloré. No quería que mis padres se dieran cuenta de que lloraba pero estoy seguro que lo notaron aunque nunca dijeron nada.
Lloré como nunca antes lo había hecho. Recodé a mis amigos con los que habíamos pasado momentos inmejorables, compañeros y socios en las travesuras, recordé a mi amigo Hugo que vivía en la calle de enfrente, amigo con el que jugábamos en su patio a los cachaquitos, con nuestros carritos, con nuestros dinosaurios y con todas esas cosas con los que los niños nos entretenemos.
Mi corazón se quebró y no estoy seguro de si algún día se recupere.
Esta es sólo parte de mi vida. Y es que el cambio es algo que no podemos rechazar ni evitar. No hace mucho un amigo mío se iba por un año a un país vecino a estudiar, me pareció ridículo el comportamiento de sus familiares por que hicieron una escena de velorio y es que era la primera vez que se separaban. Nunca entendí su comportamiento por que para mí el viajar y el dejar amigos a un lado era lo más normal, como dejar de usar un zapato, el quitarse la ropa cosas así.
Con el tiempo aprendí a valorar a mis amigos, me di cuenta que la vida es corta y hay mucho por conocer y descubrir, emociones por entender, desafíos por realizar. Es que la vida es tan compleja que los años que vivimos nos quedan muy cortos (son mucho más cortos sin la compañía de buenos amigos) para poder conocer todas las cosas que existen en esta tierra; y lo peor de todo o talvez lo mejor es que cada cosas que aprendemos en esta vida se hace con mucho dolor o mucha alegría. Escuche decir a alguien que el crecimiento es sufrimiento y creo que está en lo cierto.
Los amigos que Dios me dio son maravillosos y a diferencia de los que yacen inertes en mi memoria los que tengo llenan con creces esos espacios que ellos dejaron, aunque siempre estará allí su sello imborrable en mi ser.
Hoy después de escribir estas líneas me he llenado de cierta nostalgia, es que recordar esos momentos del pasado causan ese efecto y nos llenamos de preguntas como ¿en qué pensaba? ¿porqué no lo hice? ¿porqué no le dije? Y cosas por el estilo.
Pero estamos en el presente y debemos aceptar lo que somos el pasado yace inerte y debemos mirar hacia el futuro con esperanza, por que el futuro es muy prometedor, hay un mundo de esperanzas allí adelante y nosotros podemos alcanzar nuestros objetivos pero jamás cometamos el error de olvidar nuestro pasado, no para hacernos preguntas o recriminarnos por lo que hicimos o dejamos de hacer sino para no volver ha cometer esos errores y para hacer mejor las cosas buenas que hicimos.
Estaré siempre agradecido a Dios y a mis amigos (en especial a ellas) por que cada día me dan la fuerza necesaria para vivir, con cosas sencillas y tiernas me han enseñado a vivir, han cambiado mis ojos entristecidos por unos alegres, me dieron un rostros lleno de dulces sonrisas (y se lo debo a ti amia sonrisitas y a MARC) y me hicieron feliz. Tengo la certeza de que mi vida sería oscura y nublada sin tu apoyo (ARRR) y me sería difícil tener buen sentido del humor sino me lo hubieras enseñado (KEPL) y jamás hubiese entendido mi rostro problemático sin tu ayuda (LCA).
Es que debo admitirlo que sin ustedes, sin su compañía inmejorable no existiría un futuro para mi.
Que Dios las bendiga en sobre manera donde sea que estén, que él las prospere y les dé sabiduría para elegir bien su camino.
Con amor eterno, su amante amigo Paulos, más conocido como Pablo: el mismo de siempre.

A todas ustedes que
Con su existencia me
Cambiaron la forma de ver
Mi mundo.
TQM



PD: Las letras en paréntesis son iniciales y algún seudónimo.

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